¿QUÉ HACER CON LA BASURA?

El debate sobre qué hacer con la ingente cantidad de basura que generamos
–algo más de un kilogramo al día por persona en los países desarrollados- parece no tener fin. Tras quedar patente que acumular residuos y retirarlos de nuestra vista (los vertederos) ya no resulta factible, la controversia surge al dar con fórmulas que permitan deshacerse de los residuos sólidos urbanos de la manera más inocua para los humanos y más respetuosa con el medio ambiente.

Existen dos tipos de residuos: residuos sólidos municipales y desechos peligrosos. Los residuos sólidos se componen básicamente de basura doméstica e industrial; los desechos peligrosos son residuos químicos, contagiosos o, simplemente, basura tóxica.
                                                                               
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Existen dos procedimientos para eliminar los residuos: se queman (combustión o incineración) o se amontonan (escombrera). La basura es examinada y separada para luego ser transportada a la planta de combustión en el caso que se incinera, o bien a los vertidos de residuos en el caso que se deposita.

LAS INCINERADORAS
La incineración de basuras (que produce energía) se está erigiendo como una viable alternativa industrial para destruir los residuos sólidos urbanos, pero es criticada por organizaciones ecologistas como Greenpeace por las dioxinas que se liberan en la combustión.

Los defensores de la incineración insisten en que la comunidad científica no se ha manifestado aún de modo rotundo sobre la supuesta toxicidad de estas dioxinas.

Las incineradoras queman la basura a temperaturas elevadas, reduciendo así el volumen que ocupan.

¿QUÉ ES UNA PLANTA INCINERADORA?


Son las plantas industriales a las que los camiones de la basura transportan los residuos. Disponen de un foso de recepción en el que se depositan los desperdicios para que una grúa los traslade a una caldera de combustión, donde se queman a altas temperaturas. En la parte baja de esta caldera se recogen las cenizas residuales y desde ella los vapores y gases generados pasan a una caldera secundaria en la que se les somete a un proceso de limpieza, añadiéndoles cal y carbón activo (que absorben las sustancias tóxicas como dioxinas y furanos, metales pesados, etc).

Finalmente, estos gases y vapores pasan a través de un filtro que retiene las partículas y sustancias, y se emiten por chimenea. En las plantas más modernas, el vapor caliente se aprovecha y recalienta para alimentar una turbina que genera energía eléctrica, que se suministraría a la red general. Así pues, mediante las incineradoras se reduce la cantidad de basura y se produce energía.

Incineración de Residuos Hospitalarios

El PVC o vinilo constituye la principal fuente de cloro en las incineradoras de residuos hospitalarios, y se encuentra principalmente en productos hospitalarios y embalajes. Aproximadamente el 9.4% de todos los residuos infecciosos son de PVC.

Las incineradoras de residuos hospitalarios representan una de las mayores fuentes de dioxinas, por ello algunos países están aplicando medidas restrictivas a este sistema de tratamiento de los residuos. Como consecuencia muchos hospitales han cerrado sus propios hornos incineradores y envían sus residuos a incineradoraa con más dispositivos de control de la contaminación.

Sin embargo, ésta tampoco representa la solución adecuada. Existen tratamientos de eliminación para el 99,7% de los residuos hospitalarios que no generan dioxinas. Cada vez son más los hospitales de Austria, Alemania y Dinamarca que deciden reducir la cantidad y la naturaleza de sus residuos, empleando productos hospitalarios reutilizables que se pueden esterilizar. La sustitución de productos de PVC está ligada a los programas de prevención de residuos y separación para su reciclaje.La eliminación progresiva del PVC en estos hospitales ha tenido lugar por varias razones: bien porque las incineradoras de residuos urbanos no aceptan residuos que excedan determinados porcentajes de cloro, o sólo los aceptan con un incremento considerable del coste; o porque las plantas incineradoras han tenido que cerrar debido a la existencia de regulaciones de emisiones más estrictas. Las reivindicaciones de los ciudadanos también han jugado un papel fundamental en este cambio.

Existen otras razones para sustituir los productos de vinilo en los hospitales. Las objeciones médicas contra el uso del PVC se basan principalmente en la migración del plastificante DEHP. Este aditivo es soluble en los fluidos con contenido en grasa, como la sangre, y puede ocasionar enfermedades en el hígado, piel y sistema cardiovascular. Los experimentos con animales han mostrado un aumento significante en tumores de hígado, cuando se añade DEHP a la comida de ratones y ratas; por ello este aditivo se clasifica como "carcinogénico en experimentos con animales" y, debido a la falta de estudios adecuados epidemiológicos en los seres humanos, se clasifica como "posible carcinógeno humano." Evidencias recientes muestran su potencial como disruptor hormonal.
En la actualidad, la utilización de alternativas al PVC supone un incremento en los costes de un 20-30%, aunque también debe tenerse en cuenta el ahorro en las tarifas actuales de incineración y en la emisión de dioxinas.

CRITICAS

Sin embargo, su principal preocupación es que la incineración constituye una de las fuentes principales de emisión de dioxinas, sustancias tóxicas, persistentes y bioacumulativas. Apelan a que la legislación fije ciertas prácticas, como la obligatoriedad de retornar siempre envases de vidrio, o que se prohíba usar materiales como PVC, presente en muchos productos cotidianos.
Las asociaciones ecologistas. Critican el despilfarro que a su entender supone la incineración de residuos: el ahorro de energía que el reciclaje de residuos permite es cuatro veces superior a la energía que se obtiene incinerándolos. Los grupos ecologistas consideran, asimismo, que a medida que aumente la cantidad de residuos recuperados disminuirá la de materiales disponibles para incinerar, y denuncian que las incineradoras necesitan mantener su volumen de incineración para continuar siendo rentables para las empresas que las gestionan. Así, por cada tres toneladas de residuos incinerados se produce una tonelada de cenizas y escorias que Se consideran residuos tóxicos y peligrosos, obligando a su almacenamiento en depósitos de seguridad.

El debate de qué hacer con la ingente cantidad de basura que generamos -1 kilogramo al día por persona en países desarrollados- parece no tener fin.

EMISIONES Y RESIDUOS DE LAS INCINERADORAS

La incineración de residuos peligrosos a altas temperaturas libera al medio ambiente residuos sin quemar, metales pesados, y productos de combustión incompleta (PICs) - compuestos que se forman durante el proceso de incineración-. Estos contaminantes se distribuyen en el medio ambiente por los siguientes caminos:

 Emisiones de la chimenea;
 Emisiones fugitivas;
 Cenizas de fondo y volantes;
 Efluentes provenientes de los dispositivos de control de la contaminación (torre lavadora de gases, filtros, quench);
 Derrames que puedan ocurrir en el lugar o durante el transporte de los residuos.

Si además existen filtraciones, pérdidas, o accidentes durante el transporte habrá más emisiones de compuestos tóxicos al ambiente.
Además de quemar residuos, los incineradores los producen: cenizas de fondo que quedan en el incinerador, cenizas volantes que son capturadas por los dispositivos de control de la contaminación y efluentes líquidos provenientes de la planta de lavado de gases.

Cuanto más efectivo son estos dispositivos en evitar que los compuestos tóxicos salgan por la chimenea, más contaminados serán los residuos del incinerador (cenizas y efluentes). Las cenizas deben ser entonces enterradas en rellenos, donde sus componentes tóxicos pueden filtrarse al suelo y a las napas de agua subterráneas. Los efluentes (líquidos) son en algunos casos tratados y luego descargados en lagos, arroyos, ríos y hasta en el sistema cloacal. En general, si se queman residuos peligrosos líquidos, las cenizas pueden alcanzar el 9% del volumen inicial de los residuos originales. Cuando los residuos son sólidos, las cenizas pueden ocupar un 29% del volumen inicial (Trenholm, 1984).

VERTEDEROS 
La basura es uno de los grandes problemas para las ciudades altamente pobladas del mundo, hoy es posible comenzar a utilizar los vertederos como generadores de energía limpia y renovable.

VERTEDEROS  SANITARIOS CONTROLADOS


Un vertedero controlado es un agujero en el que se compacta e impermeabiliza tanto el fondo como los laterales. En estos vertederos la basura se coloca en capas y se recubre todos los días con una delgada capa de tierra para dificultar la proliferación de ratas y malos olores y disminuir el riesgo de incendios.

En este tipo de vertederos se instalan sofisticados sistemas de drenaje para las aguas que rezuman y para los gases (metano) que se producen. Las aguas se deben tratar en plantas depuradoras antes de ser vertidas a ríos o al mar y los gases que se recogen se aprovechan en pequeñas plantas generadoras de energía que sirven para abastecer las necesidades de la planta de tratamiento de las basuras y, en ocasiones, pueden añadir energía a la red general.

Estos vertederos deben estar vigilados y se hacen análisis frecuentes para conocer las emisiones que se están produciendo y corregir los problemas de funcionamiento.

Cuando el vertedero se llena se debe recubrir adecuadamente y dejar el terreno lo más integrado con el paisaje posible. Si esto se hace bien el lugar es apto para múltiples usos, pero se debe seguir controlando durante cierto tiempo después de que haya sido cerrado para asegurar que no se acumula metano que podría provocar peligrosas explosiones, y que no rezuman sustancias tóxicas.

Por eso el gas metano de la basura es absorbido antes de salir a la atmósfera, además el uso del combustible produce menos dióxido de carbono que la gasolina convencional. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, descubrió 517 proyectos de energía limpia en funcionamiento en 2009 en los 1.800 vertederos municipales que funcionan en ese país. La cifra representa un aumento del 50% desde el año 2000 y 28% desde 2004.

Los rellenos sanitarios pueden emitir gases de descomposición para suministrar electricidad hasta por 40 años.

Los biogases, que se obtienen de los procesos de descomposición de los desechos, pueden ser procesados para generar energías limpias. La basura que se acumula de la actividad agrícola, de la ganadería e incluso de los sectores urbano e industrial son las mejores generadoras, siempre que sean biodegradables. Sólo los plásticos y metales quedarían fuera de la lista.

Algunas empresas, tal es el caso de General Electric, han desarrollado motores, como el Jenbacher, que son capaces de transformar los químicos provenientes del material en degradación y producir entre 0,25 y 4 megavatios de potencia. Además, aprovechan el calor y el CO2 que expulsa la máquina para utilizarlos en otros procesos.

El gas metano, uno de los gases de efecto invernadero, que se desprende en la descomposición de las basuras en los vertederos es una manera inteligente y limpia de generar energía. Corea del Sur, uno de los gigantes de la economía asiática, acaba de inaugurar la mayor planta del mundo de electricidad a partir de basuras en Sudokwon, lo que le permitirá abastecer a 180.000 hogares y ahorrar medio millón de barriles de petróleo al año y la emisión de 1,37 millones de toneladas de CO2 también al año.
La central se sitúa encima de un gran estercolero que recibe 20.000 toneladas de basura y aprovecha el metano que se emite para generar energía por valor de medio millón de barriles de petróleo al año. El gas metano, además, se aprovecha como combustible en la flota de 80 camiones de recogida de residuos.

Estudios de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos señalan que los rellenos sanitarios son, en el mundo, la tercera fuente más grande de contaminación causada por el ser humano, con 13% de las emisiones de efecto invernadero. De hecho, se calcula que uno de ellos podría generar gases hasta por 30 o 40 años, el mismo tiempo que servirían para iluminar cientos de hogares, si se lograra aprovecharlos.

De acuerdo con la agencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, estos se convertirán en una de las principales fuentes de energía en el futuro: los malos olores se reducirán, habrá menos contaminación, menor incidencia de enfermedades y además, las plantas transformadoras generarán empleo.

El proceso de descomposición de la basura tarda entre seis meses y un año en iniciarse, pero después desprende gas permanentemente durante 20 años.

* Plásticos: El 14% del contenido de una bolsa de basura se compone de plásticos. Son en su mayoría envases de un solo uso y todo tipo de envoltorios y embalajes (botellas de PVC o PET, bolsas de polietileno, bandejas y cajas protectoras de corcho blanco...). Si se entierran en un vertedero, ocupan mucho espacio y requieren décadas y hasta milenios para degradarse. Si se opta por incinerarlos, originan emisiones de CO2, sustancia que contribuye al cambio climático, además de otros contaminantes atmosféricos muy peligrosos para la salud y el medio ambiente. El PVC es uno de los plásticos de uso más generalizado. Puede producir una elevada contaminación en su fabricación, y si tras su uso se incinera, genera sustancias tóxicas como dioxinas y furanos. Hay que recordar que los plásticos se fabrican a partir del petróleo. Por ello, al consumir plásticos, además de colaborar al agotamiento de un recurso no renovable, se potencia la enorme contaminación que origina la obtención y transporte del petróleo y su transformación en plástico.

* Briks: Envases normalmente rectangulares, fabricados con finas capas de celulosa, aluminio y plástico (polietileno). Se utilizan para envasar refrescos, zumos, agua, vinos, salsas, productos lácteos y otros líquidos, ya que conservan bien los alimentos, y su peso y forma facilitan el almacenaje y transporte. Para elaborarlos se requieren materias primas no renovables y consumidoras de energía: el aluminio y el petróleo. Por la dificultad de separar el plástico y el aluminio no se pueden reciclar para producir nuevos ¿briks¿. En Madrid tan sólo se recuperan el 0,28%, con los que se fabrican objetos de poco valor.

* Latas: Los metales representan el 11,7% del peso de los residuos sólidos urbanos y el 4,2% de su volumen lo constituyen las latas. Fabricadas de hierro, zinc, hojalata y, sobre todo, aluminio, se han convertido en un auténtico problema al generalizarse su empleo como envase de un solo uso. El aluminio se elabora a partir de la bauxita, un recurso no renovable cuya extracción está acabando con miles de kilómetros cuadrados de selva amazónica.

* Vidrios: Su dureza y estabilidad han favorecido que el vidrio se emplee para la conservación de líquidos o sólidos, el menaje del hogar, el aislamiento, etc. No necesita incorporar aditivos, por lo que no se alteran las sustancias que envasa, es resistente a la corrosión y a la oxidación, muy impermeable para los gases... El problema de este material radica en que se han generalizado los envases de vidrio no retornables, a pesar de que los recipientes de vidrio se podrían utilizar hasta 40 ó 50 veces, si antes no se rompen. Los envases de vidrio se pueden reciclar al 100%, pero ese proceso también gasta energía y contamina.

* Pilas: Presentan un elevado potencial contaminante, debido sobre todo al mercurio y otros metales pesados que contienen (especialmente la mayoría de las pilas-botón). Una sola de estas pilas puede contaminar hasta 600.000 litros de agua. Las pilas convencionales, si bien no son tan dañinas, tampoco resultan inocuas para el medio ambiente.

* Papel y el cartón: Son innumerables los objetos de consumo cotidiano empaquetados con papel o cartón, por lo que estos materiales representan el 20% del peso y un tercio del volumen de nuestra bolsa de basura. Aunque se reciclan en buena parte y fácilmente, la demanda creciente de papel y cartón obliga a fabricar más pasta de celulosa, lo que provoca la tala indiscriminada de millones de árboles. Además, se han impulsado las plantaciones de especies de crecimiento rápido como el eucalipto o el pino, en detrimento de los bosques autóctonos, y ha aumentado la contaminación asociada a la industria papelera. Y conviene recordar que no todo el papel puede ser reciclado: el plastificado, adhesivo, encerado o el de fax no son aptos para su posterior reciclaje.

BASURA ESPACIAL
La basura espacial son todos aquellos objetos y fragmentos de origen humano que se encuentran en órbita terrestre. La mayoría de la basura espacial es el resultado de la destrucción en órbita de satélites y cohetes, estas destrucciones en algunos casos son intencionales. 
Mediante potentes radares en la superficie terrestre puede rastrearse objetos en órbita desde pocos centímetros de dimensión. Para 1993 se podían rastrear más de 7000 objetos en órbita. De estos objetos el 20% son satélites que no funcionan, desechos de lanzamientos 25% entre los que están cubiertas protectoras y partes de cohetes, el 50% corresponde a fragmentos de satélites destruidos ya sea por explosión intencionada u otra causa. El número de objetos detectables ha sido estimado en sólo 0.2% del total de objetos en órbita. Se estima que existen al menos 40 000 objetos de un centímetro y muchos miles de menores dimensiones. La basura espacial de un mismo origen pasa de ocupar una órbita definida (la órbita del objeto que le dio origen) a diseminarse por toda orbita terrestre en unos 4 años.

Los objetos masivos son atraídos por la Tierra y se desintegran sin dejar rastro alguno, sin embargo los objetos y fragmentos menores no logran salir de órbita (caer hacia la Tierra) por lo que contribuyen a la basura espacial.

La basura espacial tiene gran repercusión en toda nueva misión espacial, ya sea que esté destinada a permanecer en órbira o salir al espacio exterior. El peligro de colisiones es significativo pues en la órbita baja los choques suelen ocurrir a 10 km/s. Un fragmento de 3 mm a esta velocidad tiene el mismo poder que una piedra de 15 cm de diámetro a 110 km/h.

Como posibles soluciones se ha propuesto enviar a órbita un globo de espuma capaz de recolectar esta basura. Además, para futuras misiones se propone incluir en los fragmentos a liberar en órbita propulsores encargados de hacer caer hacia la Tierra tales objetos consiguiendo con esto su desintegración.






                                                                               
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