P. ¿Qué quería significar Jesús cuando dijo a un hombre
«sígueme y deja los muertos que entierren a sus muertos
?» (Mateo 8:21-22 y Lucas 8:59-60.)
A mí me parecen muy duras estas palabras de Jesús
que siempre había recomendado el deber de honrar a padre
y madre, en contra de las tradiciones de los fariseos.
¿Por qué no podía dejar que estos discípulos cumplieran
el deber filial de acompañar los restos de su padre al sepulcro?
R. Hay dos interpretaciones acerca de lo que quería
significar el presunto discípulo cuando dijo al Señor «Permite
que primero vaya y entierre a mi padre». Podría ser
que el padre hubiese fallecido recientemente y el cumplimiento
de este deber hiciera perder al joven la oportunidad
de juntarse con el grupo apostólico, ya que Jesús estaba
constantemente viajando y el entierro ceremonial con los
días de duelo que solían acompañar a tal acontecimiento
entre los hebreos fueran un real estorbo a los planes evangelísticos
de Jesucristo, que no podía esperar parado en
una población en la cual estaba de paso, aquellos días de
demora que el presunto discípulo requería.
Por otra parte, muchos creen que con esta petición el
joven no quería decir que su padre hubiese muerto, sino
que tenía la obligación de esperar que el padre anciano
muriera.
Podían pasar muchos años antes de que esto ocurriera,
y sin duda es lo que quería decir el joven del Evangelio en
su respuesta dilatoria para no seguir a Cristo. El Señor
Jesús le respondió del modo adecuado, porque este hombre
tenía sin duda parientes espiritual muertos, quizás hermanos
y hermanas, que podían cumplir sus obligaciones familiares
con el padre, en el caso de que éste muriera. Cristo
llamó a este hombre de un modo particular y quería que
éste le diera prioridad en el aspecto espiritual, sobreponiéndolo
a las costumbres y usos de su país.
Al hacerlo así, Jesús no disminuyó las responsabilidades
que tenemos para con los padres. El nunca contradijo
a las Escrituras y éstas declaran repetidamente la obligación
que los hijos tienen de honrar y obedecer a sus padres,
pero los llamamientos del Señor son primero. Por ejemplo,
hay jóvenes que han sido llamados a servir a Dios como
misioneros a miles de kilómetros lejos de su hogar, y en
este caso jamás deben permitirse que su afecto a los padres
les impide obedecer a Cristo.
Del mismo modo los padres deben permitir a sus hijos
servir al Señor, cuando y donde el Señor les llame. Jesús expresó
esta verdad cuando dijo: «El que ama a padre o
madre más que a Mí, no es digno de Mí; y el que ama a
hijo o hija más que a Mí, no es digno de Mí» (Mateo 10:37).
Esto es ilustrado por William Barclay en su historia
de un misionero sirio, el reverendo M. Valedmeier. Cuando
este servidor de Dios recomendó a un joven nativo rico
que fuera a Europa para recibir educación superior, recibió
la respuesta: «Primero tengo que enterrar a mi padre.»
El misionero se apresuró a expresarle su condolencia, pensando
que el padre había muerto; pero el joven respondió
sonriendo que el padre estaba bien vivo. El hijo había usado
esta expresión, como era costumbre en su país, queriendo
significar que no podía ausentarse de su patria hasta
que sus padres hubiesen muerto.
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