«Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
» (Mat. 19:16-26.)
P. ¿No enseña Cristo aquí la salvación por el cumplimiento
de los mandamientos?
R. De ningún modo. Cristo, mejor que nadie, sabía que
nadie se salva por el cumplimiento de los mandamientos;
y a esta verdad o persuasión se propuso llevar al infatuado
joven rico que fue a su encuentro. El suponía haber cumplido
los mandamientos. Creía haberlos cumplido todos, y
la verdad era que ni el primero había cumplido. «Guarda
los mandamientos», le dice Cristo, como si dijera: «Ya es
tiempo que empieces a guardarlos de verdad. Empieza por
el primero. Tu dios es tu riqueza: vete, vende ese ídolo,
líbrate de la idolatría.» Por esta razón es que los discípulos
dijeron: «¿Quién, pues, podrá ser salvo?», y mirándoles,
Jesús les dijo: «Para con los hombres imposible es esto,
mas para con Dios todo es posible» (vers. 26).
Dios estaba preparando, por la venida de Jesús al mundo,
el medio que haría posible lo que para los esfuerzos
humanos era imposible. El apóstol Pablo dijo en su carta
a los Romanos: «Lo que era imposible para la ley, por
cuanto era débil a causa de la carne, Dios enviando a su
propio Hijo en semejanza de carne de pecado, y en lo concerniente
al pecado, condenó al pecado en la carne» (Romanos
9:3), y en su discurso a los judíos de Antioquía
declaró: «De todo aquello que por la ley de Moisés no
pudisteis ser justificados, en El es justificado todo aquel
que cree.»
Algunos han preguntado: ¿Qué ocurrió con este joven
rico a quien Jesús amó? ¿Se condenó o fue salvo?
Es mi convicción (aunque no puedo asegurarlo hasta
aquel día en que conoceremos todas las cosas) que el joven rico,
que se fue triste de la presencia del Señor, pero
a quien Jesús amó, fue salvo el día de Pentecostés, o un
poco después, en Jerusalén, cuando Pedro explicó con toda
claridad la doctrina de la redención, y fue cambiada su
tristeza en gozo. Sobre todo si fue uno de los miembros
de aquella iglesia que vino a realizar lo que Jesús le había
recomendado, y él se retardó en cumplir (Hechos 2:44-47).
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