Al parecer antes de que naciera el padre de Hitler, su abuela estuvo sirviendo en una casa de nobles judios. Esta quedó embarazada y nunca declaró quien era el padre de la criatura, que a la par fue el padre de un niño llamado Adolf.
Algo claramente contrastable es que Hitler no tenía en absoluto los rasgos que tanto quiso imponer y no era representativo de la raza aria.
Tiempo después y como una delirante ironía histórica, unos investigadores belgas hicieron pruebas de adn a 39 descencientes del fuhrer y se confirmo que este tenía rasgos genéticos de la raza judía y de la raza africana.
En esa investigación del periodista Jean-Paul Mulders y el historiador Marc Vermereen, publicada en esa revista en idioma flamenco, se asienta que Hitler tiene descendientes que viven en Estados Unidos y en Austria, el país donde nació.
Los autores del reporte tomaron pruebas de ADN de los parientes del Führer, y su posterior análisis demostró que el líder nazi pudo haber tenido ancestros judíos.
En total, Mulders y Vermereen visitaron a unos 40 descendientes de Hitler, quienes tienen el cromosoma Haplogrupo E1b1b1, el cual, indican, es raro entre los originarios de Europa occidental, pero prevalece entre los berebere del norte de África y en los judíos asquenazíes y sefarditas.
Según Mulders, el hallazgo principal no es simplemente el contenido sanguíneo de Hitler, sino que el Führer “estaba relacionado con la gente que más despreciaba”.
En Knack, Mulders asegura que los análisis del ADN de la saliva de los supuestos descendientes de Hitler, se realizaron bajo los estándares más altos que permite la tecnología en laboratorios de punta.
La teoría más extendida es que su padre, Alois, había sido fruto de una relación ilegítima de su madre, una sirvienta llamada Maria Schickelgruber y un judío de 19 años, de apellido Frankenberg.
¿Entonces por que Hittler odiaba tanto a los judios?
Primero, es necesario aclarar que el
antisemitismo, que consiste en las doctrinas y tendencias contra los
judíos, no fue inventado por Hitler ni por los alemanes. Este proviene
de la Edad Media, cuando se acusaba a los judíos de haber matado al
«Hijo de Dios»; posteriormente son tachados de usureros y discriminados
en diversas partes de Europa durante el siglo XIX.
Los antisemitas alemanes culparon a los
judíos de la derrota de su país en la Primera Guerra Mundial y de los
problemas económicos de la posguerra, tachando de avaros y mezquinos a
los que eran empresarios y banqueros. Incluso se dijo que había una
especie de «conspiración judía» para impedir el progreso de Alemania.
Así que una primera hipótesis plantea
que Hitler, identificado con las ideas antisemitas, las utiliza y
exagera para promover el odio hacia los judíos y con ello conseguir la
integración y la identidad nacional. Así, los judíos se convirtieron en
chivos expiatorios.
Sumado a esto, Hitler creía en las
postulaciones «científicas» sobre la superioridad de la raza aria (que
incluía a todos los alemanes) y veía como «parásitos» a los de «sangre
judía», por lo que era necesario que Alemania fuera «purificada» del
judaismo.
De todas formas, los historiadores
aseguran que no se debe atribuir la persecución de los judíos solo a
Hitler, porque fue una acción colectiva que incluyó a funcionarios
públicos, militares, científicos y médicos, entre muchos otros,
inspirados en una lógica que sustentó políticas raciales antisemitas.
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