P. Jesús declaró en Mateo 19:1-12 ser la voluntad de
Dios el matrimonio perpetuo con una sola mujer, doctrina
que había sido ya enfatizada por Malaquías en el capítulo
2:14-16 de su profecía.
Sin embargo, en Deuteronomio 21:10-14, leemos: «Cuando
salgas a la guerra contra tus enemigos y Jehová tu
Dios los entregue en tu mano y tomes de ellos cautivos, y veas entre los
cautivos a alguna mujer hermosa y te enamores
de ella y quieras tomarla por mujer, la meterás en
tu casa y ella rapará su cabeza y cortará sus uñas y se
quitará el vestido de su cautiverio y se quedará en tu casa
y llorará a su padre y a su madre un mes entero y después
podrás llegarte a ella y tú serás su marido y ella será
tu mujer. Y si después no te agrada, la dejarás en libertad;
no la venderás por dinero ni la tratarás como esclava,
por cuanto la humillaste.» ¿No favorece este texto el concepto
de esclavitud, así como los de fornicación y de divorcio?
R. Fijémonos, en primer lugar, que no es Dios quien
está hablando en este texto, pues el autor, Moisés, habla
en tercera persona en el vers. 10, al decir: «Cuando salgas
a la guerra contra tus enemigos y Jehová tu Dios los entregue
en tu mano.» Por tanto, no se trata de algo como
los Diez mandamientos, que Dios mismo los pronunció,
sino de una regla impuesta por Moisés. Lo mismo puede
decirse acerca del divorcio. Dios no instituyó el divorcio,
sino que fue Moisés por permisión divina; no por precepto
divino, tal como Jesús dice, en Mateo 19:8: Fue Moisés
quien lo hizo, y nos da la razón: «Por la dureza de vuestro
corazón», no porque Dios lo mandara.
Dios no podía en aquellos tiempos dictar disposiciones
de moral cristiana supercivilizada, pero consintió que
Moisés, no El, acomodándose a las circunstancias de la
época, dictara las mejores leyes que era posible en aquellas
circunstancias.
Filón de Alejandría dice: «Esta es una ley admirable.
Por un lado, en vez de tolerar las licenciosas costumbres
y las leyes de otras naciones que autorizaban la satisfacción
inmediata de las pasiones sexuales, la ley de Israel
mantenía al soldado durante 30 días en restricción de sus
instintos carnales y le permitía conocer a la mujer que de
momento había cautivado su atención, desprovista de sus
galas artificiales. Por otro lado, esta ley era un bálsamo
para las penas de la cautiva que había visto morir a sus
parientes y quizás a su propio marido en la guerra, luchando.
» (Véase la respuesta núm. 9 sobre Éxodo 21:20-21.)
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