¿QUIEN INCITO A DAVID PARA CONTAR A ISRAEL?




P. En 2.a Samuel 24:1 leemos: «Y volvió a encenderse
el furor de Jehová contra Israel e incitó a David contra
ellos a que dijese: Ve, cuenta a Israel a Israel y a Judá»
y en 1.a Crónicas 21:1 leemos: «Mas Satanás se levantó
contra Israel e incitó a David a que contase a Israel.»
 

¿Cuál es la narración correcta? ¿Fue Dios o Satanás quien
incitó a David?




R. Son dos relatos diferentes de un mismo hecho. El
caso es que Dios no quería que David se ensoberbeciese
por el considerable número de guerreros que tenía a sus
órdenes. En cambió Satanás deseaba que David lo hiciese.
Sabemos, empero, que todas las cosas que ocurren están
bajo el control del Omnisciente y Omnipotente. Si Satanás
fue a tentar a David era con permisión divina, del mismo
modo que, por permisión de Dios, afligió a Job.

En 2.a Corintios 12:7, se nos dice que a Pablo, para
que la grandeza de la revelación no lo levantara descomedidamente,
le fue dado un aguijón en su carne «un mensajero
de Satanás» que lo abofeteara. Puesto que el propósito
de este aguijón en la carne (que se supone era alguna
enfermedad o inconveniente físico) era saludable en el
terreno moral para Pablo, y fue Dios quien le dio el aguijón
en su carne, al que Pablo llama «un mensajero de Satanás
», del mismo modo Satanás tentó a David con el consentimiento
de Jehová.

El escritor de 2.a Samuel lo puso a su modo para darnos a conocer que nada ocurre que no
esté bajo el control de Dios, mientras que el escritor de
1.a Crónicas lo expresa sin ir tan profundamente a la soberanía
de Dios, fijando nuestra atención en el instrumento
que usó para humillar la soberbia de David, que fue el
castigo de la peste. Este castigo provenía de que Dios estaba
enojado contra Israel por razones que se dejan entrever,
pero no se expresan en el otro pasaje, y permitió que Satanás
incitara al rey a cometer aquella acción a fin de
que el propio David pudiera descubrir, a través de su fracaso,
lo que había en su propio corazón, o sea un sentimiento
exagerado de orgullo.

Dios no castigó al pueblo por el pecado de David, puesto que se nos dice que Dios estaba
ya enojado contra Israel por razones que no se explican,
y ambos fines se cumplieron mediante aquel castigo:
Israel sufrió y sufrió al mismo tiempo que David, al ver
el mal que su propio orgullo había causado al pueblo, pues
su conciencia le decía que la peste era un castigo a su soberbia.

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