CAPACIDAD DEL ARCA DE NOE



«Y de todo lo que vive, de toda carne, dos de
cada especie meterás en el arca para que tengan
vida contigo: macho y hembra serán», etc.
(Gén. 6:19-22)
P. Cierto escritor calcula las dimensiones del arca y
cuenta las especies de animales y no encuentra lugar para
tanto animal en el arca. Su intención, por supuesto, es de
probar que la Biblia no es fidedigna.
«Ya que hay —dice— unas mil setecientas especies de
animales, seis mil especies de aves, mil de reptiles y quinientas
cincuenta mil de insectos, Noé no podía haber metido
en el arca siete de cada especie de animales limpios,
dos de los inmundos y siete de cada ave de los cielos.»
Cualquiera encontrará dificultad en meter tanta bestia en
el arca aun cuando fue una embarcación tan enorme, que
admite el científico que medía ciento cincuenta mil pies
cuadrados, lo que distribuido entre tres pisos del arca da
un suelo de casi cuatro acres (más de 161 áreas). ¿Qué
diremos a esto?



R. Pues, sencillamente, que las distinciones entre tipo,
clase y especie son arbitrarias, y lo que un científico llama
especie, otro lo llama tipo o clase.

Otro científico, doctor y profesor de más conocimiento
de causa, responde entre otras cosas como sigue:
«¿Qué persona que conoce algo de los estudios actuales
de herencia se imagina que se requeriría tan gran número
de formas originales para producir las actuales?
»¿ Podrá alguna persona inteligente dudar de que nuestras
dos "especies" de elefantes modernos nos vienen de
una pareja? ¿No podrán haber venido nuestras dos "especies"
de tapiros de una misma parentela? Existen en lista unas veinte "especies"
de puercos silvestres esparcidos por
todo el mundo, a pesar de asegurarnos las más eminentes
autoridades en zoología que fueran probablemente capaces
de cohabitar libremente todas, en otras palabras, que probarían
ser realmente de una especie, en el sentido propio
de esta palabra tan abusada.

»Una de las demostraciones que tenemos en contra de
la teoría de la evolución es que las verdaderas especies no
pueden cruzarse entre sí, y si se consigue que cohabiten el
producto es un descendiente estéril, como sucede con la
mezcla de caballo y asno, que produce el mulo o mula estériles.

Ello demuestra, primero, que el número de verdaderas
especies no es tan numeroso como pretende la actual
terminología zoológica; por tanto, las verdaderas especies,
capaces de engendrar sucesión, no eran tan numerosas que
no pudieran caber en el arca. Segundo, que es cierta la
afirmación del capítulo 1.° del Génesis de que Dios creó
un cierto número de especies originales de las cuales desciende
el número mayor de clases, tipos y razas que la
ciencia zoológica ha descubierto y clasificado, poniendo arbitrariamente
la denominación de especie a muchas que no
les corresponde ese nombre.

»A la luz de este principio, el número necesario de los
sobrevivientes del diluvio universal para principiar de nuevo
la población de la tierra queda tan enormemente reducido
que no ofrece la menor dificultad el que cupieran en el
Arca.
»En verdad, como cristianos, debiéramos sentirnos agradecidos
al Mendelismo y a la ciencia de generación, no sólo
por haber eficazmente abolido la vieja obra de conjeturas
del darwinismo, sino habernos proporcionado detalles respecto
a las comparativamente pocas especies de animales
sobrevivientes del diluvio que bastarían para poblar
de nuevo la tierra, y así llegar a ser los progenitores de la
agradable variedad de vida que vemos en el mundo actual.»
Hasta aquí el profesor G. M. Price.
Los científicos, pertenecientes unos a la falsamente llamada
ciencia y otros a la verdadera, forzosamente han de
contradecirse.
Pero Dios no puede contradecirse.

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