Científicos de San Petersburgo sostienen la teoría de que
el estrés crónico deprime más a las personas con un carácter fuerte que débil.
El que actúa con decisión y energía en situaciones críticas puede caer
fácilmente en un estado de depresión ante los más elementales problemas de la
vida cotidiana.
La depresión se desarrolla más rápidamente en los animales
con una estrategia de conducta activa, según establecieron investigadores del
departamento de Actividad Nerviosa Superior de la Universidad Estatal de San
Petersburgo y el laboratorio de Genética de Conducta Comparada del Instituto de
Fisiología de la Academia de Ciencias de Rusia. El experimento fue llevado a
cabo con ratas, pero el resultado de la prueba consistente en que el estrés
cotidiano provoca depresión solamente en animales con una estrategia de
conducta activa es válido también para las personas. La investigadora Ekaterina
Vinográdova, catedrática en Actividad Nerviosa Superior, explica que los seres
humanos son susceptibles a la depresión en mayor o menor medida según su tipo
psicológico, es decir, su estrategia de comportamiento.
Durante un mes, los científicos sometieron a las ratas a una
prueba de estrés crónico observando cómo se comportaban los animales de
diversos tipos de conducta.
En la primera etapa, colocaron a los roedores en una jaula
con un piso parcialmente hecho de cobre. Emitían un sonido y alimentaban una
carga eléctrica débil al suelo. Para evitar el dolor, los animales tenían que
huir a la parte de la jaula provista de un piso común. Cuantas más veces lo
hacían, tanto más activa era la conducta de los roedores. Dos días más tarde
seleccionaron las veinte ratas más activas, y otras tantas pasivas. En la
segunda etapa, estos animales fueron sometidos a diversas pruebas de estrés:
los mantenía sin comer o dentro de una jaula inclinada.
Antes y después del experimento, se realizaron las
mediciones en tres parámetros: ansiedad, depresión y alegría. La ansiedad se
determinó según el comportamiento de los animales dentro de un laberinto que
tenía forma de cruz y estaba elevado sobre el suelo: la altura y los espacios
abiertos les asustaban, pero los más valientes lograban controlarse. La
depresión se midió metiendo a las ratas dentro de un estrecho cilindro lleno de
agua. Y la alegría, según la cantidad de agua que las ratas bebían.
Inicialmente, los animales con distintas estrategias de comportamiento tenían
estos indicadores prácticamente iguales. Mas el estrés crónico moderado
modificó seriamente su conducta. La experta dice que las ratas se volvieron más
nerviosas, se negaban a beber agua y se quedaban mucho rato en el cilindro con
agua, mostrando claros síntomas de depresión.
En cuanto a los grados de depresión y alegría, el estrés
resulta mucho menos palpable en las ratas pasivas. Otro efecto de la depresión es
la pérdida de la capacidad de aprender. Al término de cuatro semanas, las ratas
pasivas seguían aprendiendo, y las activas no.
El estrés crónico causó depresión en las
ratas con una estrategia de conducta activa, mientras que resultó prácticamente
inocuo para las ratas de comportamiento pasivo, concluyen los investigadores.
nv/as/sm
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