Perros del imperialismo.

Los casi 15 años transcurridos desde que volviera a ondear la bandera roja en la ex colonia no han supuesto el Apocalipsis que muchos preveían. Hong Kong sigue siendo una vibrante plaza financiera y comercial, un crisol de culturas y un lugar jurídicamente seguro. Sin embargo, el proceso de integración se intuye ya hoy imparable: en la docilidad con Pekín del Ejecutivo hongkonés, en la cercenada pluralidad y libertad en los medios de comunicación, en las promesas incumplidas de sufragio universal o en una creciente presencia de chinos provenientes de la llamada China comunista, que explica la propagación del mandarín.

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