El cardenal Cossa, sucesor del tercer papa, Alejandro V, tomó el nombre de Juan XXIII. Dice Castiglioni de él:
“Hijo de una familia noble napolitana, poseía cualidades más propias de un hombre de armas que de un eclesiástico. Era experto en cosas del mundo y hábil en las intrigas políticas. Creado cardenal en 1402 por el pontífice Bonifacio IX, había conspirado contra Gregorio XII quien el 14 de diciembre de 1409 hubo de llamarle “hijo de perdición y alumno de impiedad”.
Se probó con una legión de testigos que había seducido y violado a trescientas monjas. Su propia secretaria, Niem, dijo que en Bolonia mantenía un harén donde no menos de doscientas muchachas habían sido víctimas de su lujuria. Por todo ello el Concilio lo halló culpable de cincuenta y cuatro crímenes de la peor categoría, y por todo ello le depuso. Logró huir.
El registro oficial del Vaticano, ofrece de este hombre esta información: “Su señoría, el papa Juan, cometió perversidad con la esposa de su hermano, incesto con santas monjas, tuvo relaciones sexuales con vírgenes, adulterio con casadas y toda clase de crímenes sexuales...entregado completamente a dormir y a otros deseos carnales, totalmente adverso a la vida y enseñanzas de Cristo...Fue llamado públicamente el Diablo encarnado” (Sacrorum Conciliorum, Vol.27, p. 663). ¡Este es otro buen ejemplo de romana “sucesión apostólica”: El ¡“Diablo encarnado”!
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